lunes, 1 de febrero de 2010

Calidad en preescolares, colegios, universidades e institutos: Un estilo de vida que diferencia


Concebir sus actividades como servicios, está llevando a muchos establecimientos educativos a transformarse para sobrevivir en entornos cada vez más turbios y demandas profundas de la sociedad, mientras proponen un estilo de vida donde el alumno/usuario disfruta del servicio como un estilo de vida que se respira en la comunidad educativa.

Se trata de una búsqueda permanente en cualquier entorno educativo. Y como primer paso para pensar en una calidad total en los procesos de formación de cualquier tipo, es necesario concebir estos procesos como servicios.

Hay una frase que me gusta mucho: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir” Y es una sentencia que define la urgente necesidad de estar prestos al servicio por vocación, con pasión, con amor, con la certeza de estar trasformando la humanidad, con base en educarla para mejorar su calidad de vida.

Se vive el servicio

Un preescolar presta diversos tipos de servicios: protege, forma, alimenta, divierte, socializa, educa a los hijos e incluso a los papás primerizos. Conozco algunos con granjas experimentales repletas de animales domésticos, jornadas dirigidas a los abuelos, atención básica en salud e incluso con modernos sistemas digitales de información y registro de las actividades de los niños en sus instalaciones. Allí familiares, amigos y hasta los pequeños deben sentir que la calidad en el servicio es un estilo y una forma connatural como se vive

Hoy en día los colegios han roto muchos esquemas tradicionales de formación y se han abierto a generar factores de diferenciación con su competencia, a manera de nuevos servicios. Conozco colegios en algunos países de Latinoamérica con variadas infraestructuras para la clase, el juego, la socialización, la expresión cultural, religiosa y política; profesorado con niveles de formación y experiencia variopinta, las más diversas actividades extracurriculares y propuestas muy lejanas de lo convencional en materia de proyectos educativos institucionales; siempre logrando en el alumno competencias de formación muy interesantes y acordes con lo que el medio le demanda como ciudadano. Conozco colegios con altas inversiones en tecnología y formación en investigación que reciben recursos y trabajan en alianza con universidades a las cuales proveen universitarios con muchas de las competencias que se requieren para forjar y formar verdaderos investigadores de alto nivel.

Las universidades más prestigiosas del mundo ofrecen hoy los más diversos servicios. Ya la formación de pregrado no es el rubro más alto en los porcentajes de facturación, teniendo en cuenta la incertidumbre que ello genera a la cartera de la institución superior, por la demora en los pagos, la deserción y las dificultades de captación. Yale, Harvard y otras universidades de gran prestigio tienen en la formación continua y los segundos y terceros ciclos de formación en postgrado, sus mayores fuentes de financiación, con servicios de alto nivel que agregan valor al egresado, con base en altas inversiones en profesorado e infraestructura que, obviamente, tienen una tasa de retorno importante y un valor de referenciación por voz a voz mucho más impactante, por el nivel y las exigencias del público que demanda estos servicios de nuestras universidades.

Ni que decir de las academias o los servicios de formación para el empleo, donde los propósitos de colocación de egresados en el sector laboral son un indicador inapelable. Muchos institutos y academias han implementado ciclos de profesionalización para sus graduandos, actividades de práctica desde que el estudiante inicia su etapa formativa, doble titulación, plana docente de categoría universitaria, generación de espacios para transformar el modelo mental de que la formación técnica y tecnológica es de segundo nivel. Eso sin contar con las estrategias de fidelización con padres y familiares y la creación de espacios de permanente intercambio con los egresados a manera de fundraising.

Este breve panorama de los servicios que se vienen implementando en los planteles educativos de Latinoamérica, nos habla de una constante trasformación que está siendo estimulada y controlada por la mayoría de los estados: Hay preocupación por la calidad y hay medidas que están impulsando a los planteles a trabajar de manera más intensa por sobrevivir en el mercado educativo, pero con altos estándares de calidad, comprendiendo claramente que no se trata sólo de captar y captar usuarios para sus servicios sino de prestarlos al más alto nivel, de vivir la calidad como un estilo de vida que se disfruta y se recomienda de usuario a usuario. Hay que ponerse la camiseta del compromiso con la niñez y la juventud, por el mejoramiento de la condiciones de vida de las personas que habitan nuestros países.